Las Fobias

Las fobias aparecen en la consulta relacionadas con la ansiedad en un doble sentido. Típicamente la ansiedad emerge toda vez que la persona fóbica se encuentra con el objeto temido o fobígeno. Pero también se da el caso en que la ansiedad progrese hacia un a fobia.

Aunque muchos objetos pueden devenir fobígenos, la agorafobia es la más habitual. El agorafóbico teme los espacios en los que percibe que escapar o ser socorrido sería poco probable. Paradójicamente, la  mayoría de las veces se trata de espacios concurridos. 

Cabe recordar que el ágora era el espacio público, generalmente abierto, en que los antiguos romanos se reunían. Y en ocasiones requiere una escucha minuciosa distinguir entre la agorafobia y la fobia social, segunda en ocurrencia. Es el temor a aparecer en público, a fallar ante los demás, a ser mirado, generalmente de modo crítico o peyorativo.

No todos los agorafóbicos y  fóbicos sociales son conscientes de padecer una fobia. En ocasiones éstas se enmascaran con actitudes de apatía, desgana o aburrimiento que justifican no exponerse a las situaciones temidas.

Aunque lo usual es que la ansiedad aparezca a consecuencia del encuentro con el objeto fobígeno, en otros casos la precede. Muchos pacientes fóbicos relatan haber experimentado ansiedad, quizás con ataques de pánico, pero sin motivo aparente en un principio. Sin embargo, con el tiempo, la ansiedad quedó ligada a un determinado objeto. A partir de entonces comienza un sinnúmero de conductas evitativas para prevenir la aparición de la angustia. 

También aquí la agorafobia tiene un lugar destacado. No son pocas las personas que por temor a una ataque de pánico van reduciendo sus salidas hasta confinarse en su hogar. Sólo posteriormente se establece el temor a la calle o al exterior como tal.

El Psicoanálisis descubrió que los objetos fobígenos deben su poder a fantasías inconscientes. Por eso las técnicas de desensibilización y sugestión pueden lograr que el paciente pierda el miedo al objeto, pero no evitan que el temor se traslade a otro o reaparezca bajo un síntoma diferente. Esto se debe a que no toman en cuenta la vertiente inconsciente, verdadero motor de la fobia.

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