¿Gestionar la ansiedad?

Una idea ampliamente difundida se refiere a la importancia de aprender a «gestionar la ansiedad». Comprensiblemente, muchos pacientes llegan a consulta haciéndose eco de este propósito. Sin embargo, conviene detenerse en la concepción de la ansiedad, de su clínica y de la posición del sujeto que subyacen a esta idea. 

«Gestionar», según el diccionario de la RAE, significa «manejar o conducir una situación problemática». Por ende, gestionar la ansiedad supone que el paciente debe aprender a manejarla. Podríamos pensar que de modo análogo a como un paciente diabético aprende a manejar su diabetes a partir de una serie de pautas que se le indican. 

Igual que el paciente diabético debe seguir una dieta, controlar su  colesterol, su tensión arterial y en muchos casos inyectarse insulina para mantener su nivel de glucosa dentro de unos límites, desde la perspectiva de la gestión, el paciente ansioso recibe una serie de pautas que tienen por finalidad mantener a raya la ansiedad.

Este enfoque enseña a convivir con la ansiedad siguiendo una serie de pautas generales, válidas para todos los casos. La función del paciente se reduce a aprender a aplicar ciertas técnicas. Igual que el diabético no necesita ser experto en endocrinología para controlar su diabetes, el paciente ansioso, desde esta perspectiva, controla su ansiedad ignorando a qué responde.

El psicoanálisis, por su parte, sostiene que las técnicas de gestión pueden ser útiles en el momento de la crisis, pero no resuelven la ansiedad. Más aún, a menudo se apoyan en el uso de ansiolíticos y mantienen al paciente en estado de ignorancia respecto a su padecimiento. El paciente acaba teniendo la convicción de que nunca dejará de ser ansioso. 

El enfoque psicoanalítico considera a la ansiedad un mecanismo por medio del cual el inconsciente avisa al sujeto que se está desoyendo, que en algún aspecto de su vida no está siendo fiel a su deseo. La ansiedad se presenta entonces como una señal de alarma, de modo análogo, podríamos pensar, a como la fiebre denota la presencia de un proceso infeccioso en el organismo. Y así como un tratamiento médico no gestiona la fiebre sin resolver la condición que la motivó, el tratamiento psicoanalítico no tiene por finalidad gestionar la ansiedad, sino atender a sus causas, que son inconscientes.

Más que un problema a gestionar, la ansiedad es una señal que escuchar. Sólo cuando se opera sobre sus causas, la ansiedad deja de tener razón de ser, igual que la fiebre cede una vez reducida la patología que le dio origen. 

La clínica de la ansiedad, desde esta perspectiva, no desatiende el padecimiento, pero se centra en revelar sus raíces. Para ello recurre al único saber posible, que es el del propio paciente. El analista aporta la escucha, pero es el paciente, a través de su palabra, de la narración de la novela singular de su vida, quien indica el camino que va de la interrogación de la ansiedad al conocimiento de sus motivaciones y finalmente a la asunción de su deseo.

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