La depresión

¿Todos deprimidos?

Habitualmente, el término «depresión» se utiliza de modo tan frecuente como impreciso. A la confusión derivada se suma el aumento del consumo de antidepresivos, dos hechos que no dejan de estar emparentados.

No toda persona medicada con un antidepresivo padece una depresión. Con frecuencia, el uso de antidepresivos se extiende a fenómenos y estados anímicos que la química no distingue, como tampoco lo hace el paciente que llega a la consulta psicológica con la etiqueta de «deprimido».

¿Todos Deprimidos?

Habitualmente, el término «depresión» se utiliza de modo tan frecuente como impreciso. A la confusión derivada se suma el aumento del consumo de antidepresivos, dos hechos que no dejan de estar emparentados.

No toda persona medicada con un antidepresivo padece una depresión. Con frecuencia, el uso de antidepresivos se extiende a fenómenos y estados anímicos que la química no distingue, como tampoco lo hace el paciente que llega a la consulta psicológica con la etiqueta de «deprimido».

Diagnóstico diferencial

Todo abordaje terapéutico debe comenzar con un buen diagnóstico, porque en tanto la medicación es prioritaria en los casos de depresión endógena, no ocurre lo mismo con las depresiones reactivas.

A menudo se habla erróneamente de depresión para referirse a la tristeza esperable ante situaciones penosas, como los duelos, situaciones en que lo patológico sería la falta de reacción.

 

Antidepresivos

Aunque son un recurso valioso para el tratamiento de esta patología, a menudo se incurre en un exceso de prescripción de antidepresivos. 

No obstante, en algunos pacientes la medicación antidepresiva es imprescindible y complementa al tratamiento psicológico. Con el progreso de éste, sin embargo, es posible dejarla, siempre siguiendo las pautas del médico que la indicó. Por eso en estos casos, la depresión se aborda de modo coordinado entre psicoanalista y psiquiatra.

Diagnóstico diferencial

Todo abordaje terapéutico debe comenzar con un buen diagnóstico, porque en tanto la medicación es prioritaria en los casos de depresión endógena, no ocurre lo mismo con las depresiones reactivas.

A menudo se habla erróneamente de depresión para referirse a la tristeza esperable ante situaciones penosas, como los duelos, situaciones en que lo patológico sería la falta de reacción.

Antidepresivos

Aunque son un recurso valioso para el tratamiento de esta patología, a menudo se incurre en un exceso de prescripción de antidepresivos. 

No obstante, en algunos pacientes la medicación antidepresiva es imprescindible y complementa al tratamiento psicológico. Con el progreso de éste, sin embargo, es posible dejarla, siempre siguiendo las pautas del médico que la indicó. Por eso en estos casos, la depresión se aborda de modo coordinado entre psicoanalista y psiquiatra.

Los síntomas de depresión

El síntoma que distingue a la depresión es la tristeza persistente, que abarca la mayor parte del día. Sin embargo, en ocasiones no hay tristeza, sino dolores y malestares que no tienen correlato orgánico, y en otras sólo hay sensación de vacío o apatía. 

Es común la pérdida de interés en aquello que solía ser placentero, con el consecuente repliegue de vínculos y actividades y suele haber disminución de la libido.

A nivel orgánico, la depresión se caracteriza por alteraciones en el apetito, el peso y el sueño, que pueden estar aumentados o disminuidos. Es común el cansancio no proporcional a las actividades  realizadas, incluso al despertar, y la actividad motora lentificada o con agitación.

En lo cognitivo  suele haber dificultad para pensar y concentrarse, para tomar decisiones y retener información, lo que da a la persona deprimida aspecto de lentificación o embotamiento.

Los deprimidos suelen sentirse sin esperanzas, inservibles  y a menudo se culpan de modo despiadado, lo que puede asociarse a ideas de muerte o suicidio, que nunca deben subestimarse.

Síntomas de depresión

El síntoma que distingue a la depresión es la tristeza persistente, que abarca la mayor parte del día. Sin embargo, en ocasiones no hay tristeza, sino dolores y malestares que no tienen correlato orgánico, y en otras sólo hay sensación de vacío o apatía. 

Es común la pérdida de interés en aquello que solía ser placentero, con el consecuente repliegue de vínculos y actividades y suele haber disminución de la libido.

A nivel orgánico, la depresión se caracteriza por alteraciones en el apetito, el peso y el sueño, que pueden estar aumentados o disminuidos. Es común el cansancio no proporcional a las actividades  realizadas, incluso al despertar, y la actividad motora lentificada o con agitación.

En lo cognitivo  suele haber dificultad para pensar y concentrarse, para tomar decisiones y retener información, lo que da a la persona deprimida aspecto de lentificación o embotamiento.

Los deprimidos suelen sentirse sin esperanzas, inservibles  y a menudo se culpan de modo despiadado, lo que puede asociarse a ideas de muerte o suicidio, que nunca deben subestimarse.

El psicoanálisis en la depresión

En líneas generales, el Psicoanálisis se aparta de la supresión química de la tristeza para proponer la implicación subjetiva del paciente en el tratamiento.  Pero ya sea con medicación, psicoterapia o una combinación de ambas, debe respetar la singularidad del paciente.

En los casos en que la medicación es necesaria, se trabaja interdisciplinariamente con la psiquiatría. Interesa que el fármaco no impida recuperar el valor de la palabra respecto al padecer, situarlo en el entramado de la propia historia, pues en la medida en que alguien se pregunta por lo que le ocurre puede orientarse hacia la recuperación.

El psicoanálisis en la depresión

En líneas generales, el Psicoanálisis se aparta de la supresión química de la tristeza para proponer la implicación subjetiva del paciente en el tratamiento.  Pero ya sea con medicación, psicoterapia o una combinación de ambas, debe respetar la singularidad del paciente.

En los casos en que la medicación es necesaria, se trabaja interdisciplinariamente con la psiquiatría. Interesa que el fármaco no impida recuperar el valor de la palabra respecto al padecer, situarlo en el entramado de la propia historia, pues en la medida en que alguien se pregunta por lo que le ocurre puede orientarse hacia la recuperación.

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